Vehículos eléctricos: ¿sigue Europa en cabeza? Competencia entre China y Europa en una era de transición de la movilidad

La UE votó a favor de prohibir la venta de coches nuevos con motor de combustión interna para 2035, con el objetivo de alcanzar la neutralidad de carbono en 2050. Esta transición a los vehículos eléctricos trastorna la industria automovilística europea, que va a la zaga de China. En respuesta, la UE impuso aranceles a los vehículos chinos. Ahora el reto para la UE es mantener una industria automovilística puntera y, al mismo tiempo, alcanzar los objetivos de neutralidad de carbono que se ha fijado.

El automóvil eléctrico, un cambio importante para la industria automotriz europea

La prohibición de la venta de nuevos automóviles con motor de combustión interna a partir de 2035 marca un gran avance en la estrategia climática de la UE, dado que el 15% de las emisiones totales de gases de efecto invernadero (GEI) en Europa provienen de los automóviles de pasajeros. Sin embargo, el éxito de esta prohibición no está garantizado, ya que depende tanto de la transición de los fabricantes de automóviles hacia gamas 100% eléctricas (Vehículos Eléctricos de Batería, BEVs) como del desarrollo de la infraestructura adecuada para fomentar su compra por parte de los usuarios europeos.

La industria automotriz europea representa el 7% del PIB de la UE y es uno de los últimos bastiones industriales del continente. La capacidad de Europa para producir sus propios vehículos eléctricos (EVs), más allá de sus objetivos climáticos, representa un gran desafío económico. A pesar de su crecimiento, las ventas de BEVs en Europa todavía son insuficientes para alcanzar el objetivo de 100% de vehículos eléctricos para 2035. Los BEVs, los únicos vehículos autorizados para su venta a partir de 2035, representaron solo el 12.5% de las ventas totales de vehículos a mediados de 2024, muy por detrás de los híbridos (HEV) y los vehículos de combustión interna. La tasa de crecimiento actual también está sustentada en gran medida por las importaciones de automóviles eléctricos chinos, cuyos precios son a menudo mucho más bajos que los de los fabricantes europeos.

La UE lucha por cumplir sus propios objetivos

La participación de las importaciones chinas ilustra las dificultades que enfrenta la UE para cumplir sus ambiciones en cuanto a la producción de EVs. La insuficiente capacidad industrial, especialmente en minería y producción de baterías, es un obstáculo importante. A pesar de los recientes proyectos mineros, solo se puede satisfacer una pequeña proporción de los requerimientos de materiales críticos.

A pesar de los 3 mil millones de euros movilizados a través de la Alianza Europea de Baterías creada en 2017, solo se ha realizado el 3% de la inversión necesaria en la cadena de suministro de baterías. Lo mismo se aplica a la infraestructura de carga, de la que hay muy poca. La meta de instalar 3.5 millones de puntos de carga para 2030 aún está lejos, a pesar de los 220,000 nuevos puntos de carga instalados en 2024.

La última barrera para la adopción de EVs es su costo. Aunque existen subsidios en varios países de la UE, no son uniformes y no compensan completamente la diferencia de precio con los vehículos de combustión e híbridos.

China toma protagonismo

Estas dificultades europeas son subrayadas por el meteórico ascenso de China en el sector. La estrategia industrial de Pekín, respaldada por considerables subsidios, ha permitido a sus campeones nacionales, como BYD y CATL, tomar una posición dominante en el mercado mundial a lo largo de toda la cadena de valor, desde la minería hasta la fabricación de automóviles. El gobierno chino ha invertido más de 231 mil millones de dólares en la industria de EVs entre 2009 y 2023, además de subsidios para fabricantes de baterías y productores de materias primas esenciales como el litio.

Como resultado, para 2023, BYD habrá superado a Tesla en términos de ventas de vehículos, y CATL representará el 40% de la producción global de baterías.

La UE enfrenta un dilema estratégico

Esta competencia de China presenta a la UE un dilema estratégico: ¿cómo proteger sus empleos y su industria automotriz mientras cumple con los ambiciosos objetivos climáticos establecidos para 2035?

La votación del 4 de octubre para aumentar aún más los aranceles aduaneros sobre las importaciones de vehículos (eléctricos) chinos fue un llamado de atención para Europa. Pero esto no es suficiente. Los recargos aduaneros aplicados son demasiado bajos para detener las exportaciones de EVs chinos a Europa. A mediano plazo, incluso podrían empujar a estos mismos fabricantes a reducir aún más sus ya competitivos costos de producción para mantener sus altos márgenes en el mercado europeo.

El desafío ahora para la UE es invertir masivamente en su cadena de valor de EVs y en infraestructura de carga, al mismo tiempo que atrae inversión extranjera, especialmente de China, pero también de Japón y Corea del Sur, para aumentar su capacidad de producción de EVs. BYD, por ejemplo, ya ha comenzado a construir su primera fábrica en Hungría.

En el actual contexto geo-económico, es cuestionable si la UE realmente tiene suficientes palancas de negociación para enfrentar tanto los desafíos industriales internos como la fuerte competencia china.

 

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